Aquí voy, andando y criando...
Me llamo Naye y durante 15+ años trabajé en el mundo de la tecnología médica enfocándome en la educación de los clientes. Era una mezcla entre apasionada por la educación y workaholic declarada. Disfrutaba mi vida pero tenía el cortisol hasta el tope (sin darme cuenta).
Un día, decidí que sería madre, a pesar de que no había estado en mis planes durante mis primeros 35 años de vida. El mensaje de mi alma era muy fuerte y estaba enamorada del padre de mis hijos, así que ¿Por qué no?
Estábamos en el segundo año de pandemia y eso me permitió disfrutar de mi primer embarazo y primeros meses de maternidad con calma. Luego, regresé a "la vida normal" e hice de cuenta que no había una revolución emocional y hormonal dentro de mí. Seguí trabajando y viajando por todos lados, me llevaba a mi bebé a donde me tocara ir o hacía viajes de "entrada por salida" para no perderme ni una noche con él. Volví a embarazarme porque yo quería tener dos hijos que se llevaran 2 años entre sí. Viajaba entonces con un bebé afuera y otro adentro. Y, cuando llegó el segundo bebé, ya no quise viajar más.


Mi alma venía diciéndome desde unos años atrás que no estaba contenta con mi estilo de vida y que era hora de escucharle realmente y seguir mis sueños. Estuve estudiando muchas cosas que no tenían que ver con mi trabajo pero si con el desarrollo personal, emocional y espiritual... incluso estudié finanzas personales (siendo ingeniera) para ayudar a la gente a vivir más tranquila con su dinero... mi alma seguía susurrándome que quería cambiar de rumbo pero no le hice caso. Entonces, mi vida empezó a desmoronarse.
Mi relación de pareja con el padre de mis hijos terminó. Entré a un trabajo que parecía fantástico y al mes despidieron a mis brillantes jefes y me quedé como perrito en el espacio sin saber para dónde ir, y así estuve durante un año. Durante ese año mi casa sufrió una serie de desperfectos que afectó mi economía. Tenía discusiones constantes con el papá de mis hijos, me sentía la peor madre del mundo porque no lograba calmarme y contener adecuadamente a mis chiquitos, me caía varías veces lesionando mis rodillas, la niñera que mis hijos adoraban se fue sin decir adiós, me fracturé un pie y, por fin, me despidieron del trabajo porque mi posición no "cabía" en el rumbo de la empresa. Durante ese año yo seguía estudiando otras cosas por mi cuenta y me sentía muy incoherente porque yo sabía -aunque no lo aceptaba- que mi alma quería una cosa y yo estaba haciendo otra.
Entonces decidí parar y escucharme ¡Por fin! Y aquí estoy, poniendo en práctica todo lo que he aprendido para enchular mi vida. Siendo más compasiva conmigo, priorizando lo que de verdad es importante (o sea, eso de lo que me voy a acordar cuando esté en mi lecho de muerte) y aceptando mis luces y mis sombras. Estoy reiniciando mi relación con el dinero y la abundancia. Estoy iniciando una nueva relación conmigo misma y con mis hijos. Y estoy disfrutando de mi maternidad, lo cuál se está logrando gracias a que decidí dejar de tratar de ser perfecta y aceptando que, a veces, las criaturas del señor nos sacan de quicio y queremos regalarlas y está bien.
He abierto este espacio para compartirte lo que me va y lo que no me va funcionando, por si te sirve de algo a ti. Y espero que, en un futuro no lejano, podamos platicar 1:1 y pueda aportarte mucho más para que tú también enchules tu vida y la disfrutes así como es: bella y llena de imperfecciones.
Gracias por ser y estar aquí.
Naye
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En este blog voy contando mis historias y, si quieres, con mucho gusto también contamos las tuyas