Andando y criando: de cómo voy redescubriendo la vida, la maternidad y a mí misma, mientras mi gato me grita
Durante 15 años fui una profesionista exitosa que viajaba por el mundo y dormía en hoteles bonitos el 80% de mi tiempo. Cuidaba mis horas de sueño como el tesoro más preciado y disfrutaba a montones de mis -muchos- momentos de calma y quietud. Creía que sabía lo que quería, Creía que era muy feliz y que mi gato era un amor. Y un día decidí convertirme en mamá...
6/18/20253 min read


Un día me convertí en mamá. Fue una decisión consciente y llena de amor. Cuidé mi cuerpo antes del embarazo y traté de cuidarlo lo mejor posible durante. Leí libros de crianza y me metí a cursos para poder ser la mejor mamá del mundo mundial. Aunque había vivido mi vida súper independiente y sin soñar en ser madre, cuando mi alma dijo "si queremos dar amor a otro ser chiquito y redondo que va a ir creciendo y estirándose", yo le dije "órale pues".
Y quería ser la mejor mamá para ese ser, definitivamente. Y no me salió como esperaba. Nadie me dijo que mi vida se iba a transformar por completo y que ni yo misma me iba a reconocer. Nadie me dijo que el post-parto dura como 2 años y que, después de eso, tampoco vuelves a ser "tú"... o al menos la "tú" que tú creías conocer. Esa "tú" ya no existe, se fue, au revoir, adiós. Nadie me dijo que iba a tener tanto miedo a equivocarme y hacerlo "mal".
Y, entonces, tuve otro bebé, ¿Pos por qué no? Así se hacen compañía y juegan y son muy felices, porque yo tengo hermanos y soy muy feliz con ellos... y, otra vez, nadie me dijo de la joda que es. Nadie me dijo que me iba a sentir como la peor madre del mundo cuando los dos lloraran y yo sólo pudiera atender a uno a la vez. Todos te dicen que el amor se multiplica, y si es cierto, pero no se multiplican las manos, ni el tiempo, ni la energía, esa se va agotando si no te cuidas bien. Y, un día, llega ese día, cuando explotas y les gritas y los regañas y ellos lloran y tu peor temor se convierte en realidad: eres una mala madre. Y tratas de hacerlo mejor para la próxima, pero no siempre te sale.
Y mientras iba aprendiendo a ser mamá, el resto de mi vida se iba desmoronando: renuncié para ser un ama de casa que pudiese estar más con sus hijos. Me separé del papá de mis hijos. Tomé terapia, coaching, cursos de espiritualidad y meditación y sentía que yo no iba a ser tan "iluminada" como mis compañeras. Entré con mucha ilusión a un nuevo trabajo, pero también con tristeza por alejarme de mis niños por tantas horas. Descubrí que ese no era el lugar para mí pero no tuve el valor para irme, así que mi energía hablaba y me empezó a fallar la economía a pesar de que ganaba más y no sentía que gastara mucho. Me caí como 4 veces. Me abrí las rodillas. Me fracturé un pie. Se descompuso mi lavadora y mi refrigerador. La nana de los niños se fue sin decir adiós. El día que regresé de la incapacidad, me despidieron. La primera semana después del despido me puse como loca a buscar otro trabajo. La segunda semana me di cuenta de que yo ya no resonaba con la que había sido mi profesión hasta ese momento y que ni siquiera sabía quién era yo como para saber qué quería hacer. Y lloré.
Y paré.
No podemos redescubrirnos en medio de una carrera loca a ningún lado, en medio del ruido, en medio del bullicio absurdo. Y no sirve de nada correr sin saber a dónde vas. Y sólo puedes escoger tu camino estando quieta. Respirando profundo, tomando aire y observando en calma. Y si, todo eso puede hacerse mientras el mundo sigue girando, tus niños siguen creciendo y diciendo "mamá" n veces al día y mientras tu gato grita por comida a las 6am. Se puede, se puede parar. Y sabes qué es lo más valioso que he descubierto? Que no voy a ser perfecta y que está bien, que soy una buena mamá aunque a veces me desesperen, y está bien, que también está bien llorar y despertar un día sin ganas de hacer nada, y que está bien no tener una casa Pinterest y que la decoración principal de la sala sea la grua de juguete que en este momento es la sensación de los niños. Y que está bien equivocarse. Y que está bien, pero más que súper bien, cuidar de uno mismo, darnos todo el amor del mundo mundial y ser las personas más importantes para nosotros mismos (si, aún con hijos), porque si tú no estás bien, nada está bien.
Y así, con más calma, amor y compasión... con más risas y locura, y también más llanto, pero de ese llanto rico que limpia el alma y te deja con un suspiro relajado al final, así es como voy re-descubriéndome, re-descubriendo la vida y re-descubriendo la crianza. Voy enchulando mi vida mientras camino y crío y sonrío y me alegro de no ser perfecta, porque así es como la verdadera vida es.