El dolor es mágico

APRENDIZAJES

4/25/20242 min read

Yo tenía la idea de que iba a ser feliz cuando no tuviese ningún contratiempo, nada de dolor, nada de sufrimiento, nada de estrés. Iba a ser feliz cuando estuviera muerta, pues, porque la vida se trata de sentir y no podemos evitarlo.

Yo le tenía miedo al dolor, trataba de bloquearlo, sin darme cuenta de que, al cerrarme al dolor, me cerraba también al placer y a las cosas bonitas, y solo me quedaba con el sufrimiento que una vida sin verdadera entrega causa. Si, vivía con cierta tranquilidad, pero no era feliz.

Y, un día, me dejé ir como gorda en tobogán con mis emociones. Fue un tobogán muy sinuoso, a decir verdad. Primero todo era bello: me enamoré. Luego, todo era drama: me rompieron el corazón. Luego, otra vez arriba: tuve hijos (súper levantón ese) y después, bien pinche abajo: me separé del papá de mis retoños.

Aquí hago una pausa para decir que yo sabía que esa relación no iba para ningún lugar bonito, pero tenía tanto miedo de enfrentar el dolor de la separación, que prefería sufrir en la comodidad de la estabilidad, de lo conocido. Y, cuando por fin me atreví y tomé la decisión de buscar un mejor futuro para mí y mis hijos, la bola de emociones se dejó venir otra vez y el dolor parecía ser interminable. De repente se me antojaba revertir todo y vivir aguantándome una vida miserable con tal de ya no sentir dolor. Afortunadamente, ya había tenido una vida bien bonita y la tentación no le ganó al proceso. Así que dejé que el dolor pasara a través mío, y lo sentí, y lloré y fue duro. Y, al mismo tiempo, fue delicioso al sentir como, conforme pasaba el dolor, también iba desprendiéndome de un montón de mierda que venía cargando desde no sé cuánto tiempo atrás.

Y entendí que el dolor es parte de la vida. Y no te pasa nada con sentirlo, es decir, no pasa nada malo. Sentir el dolor te transforma, te da la oportunidad de crear una vida mejor. El dolor es mágico, es como una esponja que pasa absorbiendo todo lo que no sirve y dejando una piel limpia y tersa, un espacio nuevo y reluciente.

Y entendí también que cualquiera puede transformar su vida y crear lo que se le antoje, aunque si, el precio a pagar es permitirse sentir el dolor del proceso de cambio y, como muchos tenemos miedo al dolor, no cambiamos. Y es triste, porque en realidad, sentir el dolor no es un precio tan alto considerando todo las ventajas que consigo trae.

Dejemos de perder el tiempo escapando del dolor, mejor aprendamos a bailar mientras el dolor pasa a través nuestro. Aprendamos a sentir, porque así es como le damos apertura a este bello mundo lleno de posibilidades.